El paradigma del ahora

Vuelvo en este 2019 con la intención de que se acaben algunos debates mentales en asuntos que, en mi opinión, sólo generan inestabilidad en nosotros.

Inestabilidad porque convierten en limitaciones asuntos de la vida que no tienen ni tendrán control por cada uno de nosotros, ya que el inicio, desarrollo e hipotético desenlace, sólo lo domina el tiempo.

Cuando somos bebés, sólo vivimos para conseguir satisfacer nuestras necesidades en ese momento. Respirar, comer y aprender, entre otras. Pero cuando vamos creciendo, empezamos a diversificar nuestras necesidades, ampliando la base de nuestra vida hacia caminos largos y escabrosos, por los que nos perdemos, llegando incluso a no dar con la casilla de salida. Caemos en un pozo de enredaderas y ramas, pasados y futuros, que ensombrecen el día, el presente.

¿Y qué hacemos ahora? ¿Cómo salimos? Ardua y compleja tarea ahora que no recordamos ni por dónde llegamos a dónde estamos. Y digo yo, ¿no sería más fácil si no hubiéramos entrado?.

Con el paradigma del ahora pretendo que seamos conscientes que nuestro día es ahora. Ejemplificar en el hoy que no debería de haber hueco para el ayer ni el mañana. Pero no digo que no reflexionemos o que no planifiquemos, esto es algo vital. Sólo digo que recordemos que vivir en el pasado no es ahora, y que no pensemos en el futuro como si faltara una eternidad, porque cuando llegue mañana volverá a ser ahora.

Ahora es tiempo de recordarnos quienes somos, que queremos y quienes nos acompañan, sin reprochar continuamente a nuestro entorno todo lo que erró, y poner la lupa más en la persona que somos hoy, que seguramente tenga algo que mejorar, ya que si nuestro vecino no es perfecto, me da que nosotros tampoco podemos enarbolar nuestra idealidad.

Dejo como reflexión ese modelo, esta norma, este paradigma del ahora. Que sirva para que recordemos lo que al menos en mi opinión es importante, que no es más que vivir sólo siendo preso de intentar ser y hacer lo mejor en el día de hoy, ya que si todos lo hiciéramos, quizás habría menos pasadizos oscuros en los que hay personas que no encuentran la salida.

Sapere aude.

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